Pensad que el chiste, que carece, como os hemos dicho, de matices, suele ser categórico. Y su percepción también es, permitidnos que lo digamos, categórica. Un chiste, por su condición sintética, parece bueno o parece malo. No tiene término medio. Por eso son casi siempre tan aplaudidos o tan vituperados por los lectores. Y no nos referimos tanto a su estructura como a su expresión. Nada hay más aburrido que los chistes malos, nada hay tan injusto que una burla gratuita.
Chumy Chúmez: Ser humorista. Madrid: Fundación Universidad-Empresa, 1988 (Col. monografías profesionales núm 132) p. 71
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